Es una locución tomada de una antigua fábula donde los ratones de una casa son diezmados por un gato, y en una reunión aquellos se proponen colgarle a este un cascabel al cuello para oírlo llegar, y así darse tiempo a escapar. Pero cuando hay que ofrecerse para la arriesgada tarea ningún ratón se atreve, por lo que la situación seguirá igual para todos. La frase alude justamente a la falta de sentido de sacrificio por el grupo, a la posición tan común de priorizar el bien particular por encima del general, que en todos los casos se lamenta, pero se da como un hecho. Especialmente cuando se arriesga la vida en el acto heroico.
"La versión más antigua de la fábula se atribuye a Esopo (siglo VI a. C.), pero fue reescrita por Félix María de Samaniego, Jean de La Fontaine, Lope de Vega, Odo de Cheriton, ... y no sé a cuál poner de ejemplo."